La asociación entre eventos sociales y comida es inevitable, comer es un placer y compartir comida con seres queridos está en nuestra naturaleza. Sin embargo la cultura de la dieta, junto con otros participantes como la gordofobia y el estigma al peso, se han encargado de convertir estos eventos sociales en una tortura para muchas personas. Por eso hoy quiero compartir 5 tips para poder empezar a disfrutar esos eventos e inclusive comer lo que haya ahí en paz.
1. Anticipie sus detonantes
Saber qué cosas me pueden detonar sentirme incómod@ con mi cuerpo, querer restringir alimentos o compensar, juzgarme o criticarme, sentir culpa al comer o dudar sobre mis decisiones de alimentación es esencial para protegernos durante eventos sociales. No es responsabilidad de nadie más que nuestra saber cuáles son nuestros detonantes. Sin embargo, eso no significa que no podamos poner límites con otras personas que pueden representar un detonante para mí o inclusive desarrollar estrategias que me puedan ayudar a lidiar mejor con eso que me detona.
¿Qué significa esto? Que mi mamá no tiene por qué saber que cuando ella me dice “no coma tanto” yo me siento terrible y eso crea un mar de problemas para mí. Es mi responsabilidad identificar que ese comentario me detona estas cosas y a partir de ahí hablar con mi mamá, con el corazón en la mano (no el hígado), y poner un límite a esos comentarios.
Es importante que seamos honest@s con nosotr@s y no intentemos “hacernos l@s fuertes” con esos detonantes porque al final del día lo que va a pasar es que vamos a terminar completamente drenad@s y cada evento social se va a volver una tortura eterna.
Algunos ejemplos de típicos detonantes son:
- La ropa que usamos - la ropa muy tallada nos recuerda constantemente que estamos incomod@s y puede detonar pensamientos y conductas poco útiles para mí.
- Hablar sobre el cuerpo de los demás o estarlos chequeando.
- Hablar sobre dietas, alimentos “prohibidos” y pérdida de peso.
- Personas que actúan como “policías” porque usualmente critican los cuerpos o lo que otros comen.
- Alimentos que considero “prohibidos o malos”.
- Sensación de llenura poco placentera.
Cada uno de nosotros tendrá sus propios detonantes de pensamientos restrictivos o culpa, porque todos somos diferentes y tenemos una relación única con la comida y nuestro cuerpo. Lo importante es tomarnos el tiempo de identificar estos detonantes y crear un plan para amortiguarlos, desde un lugar de amor, en caso de que se presenten.
2. No haga loco antes del evento
“No voy a comer carbos hoy”, “no voy a almorzar”, “voy a hacer el doble de ejercicio hoy”, “voy a llenarme con agua”, son todas ideas que se nos ocurren para “prepararnos” para eventos en que sabemos que posiblemente comeremos alimentos que no nos permitimos, consideramos prohibidos o consumiremos mayor cantidad porque “vamos a aprovechar”.
Todas estas estrategias pueden parecer una buena idea hasta que estoy en el evento muriéndome de hambre, enfocad@ únicamente en comida, preocupándome porque quiero comerme todo y al final pasándola no tan bien como me hubiera gustado. Inclusive, de repente lo único que recordamos de ese evento fue lo que pasó con la comida.
¡El hambre es una necesidad fisiológica básica!
No es mala, no es nuestra enemiga, no podemos controlarla ni pretender estar “engañándola” por siempre. De hecho, cuando creemos estar engañando el hambre lo único que estamos haciendo es engañándonos nosotr@s mism@s.
Cada vez que tratamos de hacer alguna estrategia que sea engañar el hambre o restringirnos de comer nuestro cerebro va a activar señales de alerta que inevitablemente nos van a llevar a comer tarde o temprano, y gran parte del tiempo es mucho más de lo que hubiéramos comido si hubieramos mantenido todo normal.
¡No necesitás hacer loco para poder comer lo que querés comer! Una comida no me va a hacer más o menos saludable, pero restringirme una comida sí que puede perjudicar mi relación con la comida.
3. Establezca límites
Si hay algo que nos cuesta, al menos a los ticos, es poner límites y decir que no. Tanto con la comida, nuestro cuerpo, como con el trabajo, nuestro espacio personal, familia, amigos, etc. Mi experiencia me ha demostrado que muchas veces evitamos poner límites porque no queremos ser “irrespetuosos” o queremos evitar que la otra persona se sienta mal. Pensemos en esto un momento… estamos dispuest@s a que nos pasen por encima con tal de que la otra persona no se sienta mal. ¿Qué sentido tiene esto?
Poner límites no tiene nada que ver con mala educación, pelear ni hacer sentir mal a otra persona, tiene que ver con respeto propio y autocuidado. ¿Cuántas veces hemos permitido que alguien comente sobre nuestro cuerpo y eso nos hace sentir pésimo? ¿Cuántas veces hemos permitido que alguien critique lo que estamos comiendo e inclusive hacerle caso en parar de comer? ¿Cuándo va a ser suficiente y vamos a poner un alto a esta agresión?
Absolutamente NADIE tiene el derecho de comentar sobre el cuerpo de alguien más ni lo que está o no comiendo a menos que le demos ese derecho. Desgraciadamente muchas veces el quedarnos callados, bajar la cabeza y hasta ir a hacer la dieta que esa persona nos mandó a hacer es una forma que dar permiso a estas cosas.
¿Cómo podemos poner límites? Mi mejor consejo es hacerlo desde el corazón, sabiendo que la persona tiene las mejores intenciones con su comentario pero haciéndole saber la manera en que esas palabras nos afectan. En el blog "¿Cómo manejar los comentarios hacia la comida y mi cuerpo?" doy más herramientas para poner estos límites.
4. Conecte con su cuerpo: ¿cómo se siente esto?
Cuando tenemos una relación compleja con la comida es común que toooooda nuestra atención se vaya ahí, a la comida, y nos desconectemos por completo de nosotros e inclusive de lo que está sucediendo alrededor. Nos sumergimos en nuestros pensamientos, creencias e ideas que nos torturan. Por eso, una excelente estrategia es conectar con nuestro cuerpo cuando sentimos que la mente se está robando el show. Nuestro cuerpo tiene una sabiduría impresionante que nos permite autoregularnos. Si no me cree respóndame esto: ¿cómo hace un bebe recién nacido para saber cuándo comer y cuándo parar de comer?
Tal vez esté pensando “me da miedo confiar en mi cuerpo” y entiendo, de verdad que sí. Téngase paciencia, es normal, porque si ha hecho dietas por mucho tiempo eso significa que por mucho tiempo ha silenciado a su cuerpo y ha comido desde lo que “la mente (en realidad la cultura de la dieta) dice que hay que hacer”. Empiece con pequeños pasos como preguntándose durante el día ¿tengo hambre?, ¿cómo se siente esto que estoy comiendo?, ¿de qué tengo ganas? sin esperar tener la respuesta de una vez, pero simplemente dándole un espacio a su cuerpo para ser protagonista.
Cuando esté en ese evento, aunque aún no confíe 100% en su cuerpo para decidir qué y cuánto comer, intente conectar con el mismo y hacerle la pregunta ¿cómo se siente esto que estoy comiendo?, ¿cuánta hambre tengo?, ¿ya me estoy empezando a saciar?
Conectar con nuestro cuerpo nos da espacio para enfocarnos en nosotr@s y le quita atención a la comida que tengo alrededor. Y si está confundid@ y no sabe si es su cuerpo o su mente hablando pregúntese: ¿estoy pensando o sintiendo? Son dos cosas muy distintas y la mayor parte del tiempo pasamos pensando y no sintiendo.
5. Enfóquese en lo que es importante para usted
Mi último tip es que antes de ir al evento tenga claro ¿qué es importante para mi? ¿Por qué? Porque esto nos va a ayudar a dirigir nuestra atención hacia las cosas que realmente merecen la pena, que realmente conectan con mis valores y con esa persona que quiero ser. ¿Qué es más importante, lo que comí o el tiempo compartido con esas personas? ¿Qué es más importante, cómo me veo en la foto o tener un recuerdo de ese momento?
Muchas veces sin darnos ni cuenta hacemos “qué y cuánto comí” lo más importante de nuestras vidas... hasta que un día algo sucede y nos damos cuenta lo mucho que hemos dejado de vivir y disfrutar por estar intentando controlar cada caloría que consumimos.
Antes de terminar solo quiero recordarle una cosa, ¡también se vale no ir a ese evento si no quiere ir! La idea no es obligarl@ a hacer algo que no quiere hacer, sino darle herramientas para que no se limite a hacer algo que quiere hacer pero que de repente siente cierto temor.
Espero que esto haya sido de utilidad.
Un abrazo,
Fran