Es muy probable que en algún momento alguien te haya recibido con un:
- “¿Subiste de peso?”
- “Estás más respuestit@”
- “Te pegó la pandemia (o las vacaciones)”
- “¿Se te encogió la ropa?”
- “¿Qué te pasó?, ¿qué te comiste?”
Y probablemente vos también se lo has dicho a alguien más o al menos lo has pensado. No sé si te pasa igual que a mí pero leerlo aquí suena tan crudo, tan insensible y hasta tan ridículo, ¿no te parece?
Sabemos perfectamente que esos comentarios:
1. No aportan absolutamente nada
2. Buscan apuntar dedos, humillar y juzgar. ¿Quién carajos somos para hacer eso? ¿Dios?
3. Son cosas que probalemente ¡la persona ya sabe y no necesita un recordatorio!
Pero lo seguimos haciendo… Seguimos revisando el cuerpo de los demás y el nuestro, comparando cuál está mejor y cuál peor, buscamos los “defectos” de otros para sentirnos mejor con nosotros mismos sin darnos cuenta que al final del día este circo que montamos sólo nos hace sentirnos peor, peor y peor.
Las épocas festivas en donde nos reunimos con mas personas, como diciembre, tienden a ser perfectas para que se exacerben todos estos comentarios, comparativas y humillaciones, ya sea en voz alta o en nuestras cabezas. Peor aún si venimos de estar casi dos años en una pandemia que sin lugar a dudas nos ha revolcado de un montón de maneras.
Pensémoslo por un momento, una pandemia que ha traído además de cosas positivas, mucha incertidumbre, miedo, ansiedad, estrés, tristeza, aislamiento, restricción, y con ello cambios en nuestros hábitos diarios de alimentación, movimiento, sueño, contacto social, espacio personal, manejo de emociones, trabajo y cuerpo. ¿Quién en su sano juicio va a querer salir adonde “los leones” luego de que este huracán le haya pasado por encima?
¡Por supuesto que nos va a dar miedo enfrentarnos a estos eventos sociales! Más si nuestra experiencia nos ha confirmado que nuestro cuerpo y lo que comemos o no comemos sieeeeempre ha sido tema de conversación para los demás.
Si sos esa persona a la que otros siempre han apuntado, han usado como manera de descargar su ira y crítica interna, o si sos la persona que ha apuntado a otras porque sabés cuánto más duro te criticás a vos mism@, hoy quiero decirte esto:
NO sos más ni menos por como sea que se vea tu cuerpo ni por lo que comes o no comes, pero si tenés el poder de hacer a alguien sentir mejor o peor con las palabras que le decís.
Esto no es para creernos superpoderosos, pero sí para que tomemos consciencia del gran daño que puede hacerle a alguien un “deberías de intentar esta nueva dieta” y lo mucho que puede aportar un “no importa como se vea tu cuerpo lo que importa es que vos te sintás bien y feliz”.
Ahora, seamos realistas, no todo el mundo va a leer esto y tampoco van a querer bajarle diez a la atacadera con los comentarios innecesarios que ellos creen que “ayudan” pero sólo hacen todo peor.
Así que aquí es donde aprendemos a poner límites, con otros y con los demás. ¡Sí, límites! Porque nadie, nadie, nadie tiene derecho a opinar de tu cuerpo ni lo que comes sin tu permiso. ¿Y cuál es el problema? Que al no poner límites hemos dejado la puerta abierta para que las personas crean que tienen permiso de comentar y además decírnoslo para hacernos sentir aún peor.
¿Cómo podés empezar a poner límites con los demás?
1. Poniéndole un alto al comentario o la conversación:
- “Te agradezco si no comentás sobre mi cuerpo ni lo que como”
- “Mi cuerpo y lo que como es asunto mío”
- “Yo sé que tenés buenas intenciones con tu comentario pero te agradezco si no comentás sobre mi cuerpo”
- “Por favor no hablemos sobre el cuerpo de otras personas ni lo que comen”
2. Cambiando de tema - simplemente ignorando el comentario y hablar de otro tema.
3- Incentivando la reflexión:
- “¿De qué te sirve criticar el cuerpo de los demás?”
- “¿Cómo crees que eso pueda aportarle a alguien? ¿No crees que ya sabe lo que estás diciendo y esto sólo le perjudicará?”
- “¿Crees que meter miedo o humillar aporte algo positivo?
4. Compartiendo tu historia con quienes querés y cómo estos temas te perjudican.
5. Parando de justificar a los demás cómo se ve tu cuerpo y qué comes o no comés.
Mi mejor recomendación es que todo lo hagás desde el corazón, sin pelear ni vos ponerte a criticar, sino con amor y verás que la persona entenderá y respetará mucho más.
¿Cómo podés ponerte límites con vos mism@?
- Dejando de fijarte y compararte con los demás.
- Dejar de participar en conversaciones sobre estos temas.
- Proponerte decir tres cosas positivas por cada cosa que te juzgas o juzgas de alguien más.
- Leyendo y educándote sobre salud en todas las tallas.
Al final del día tod@s somos víctimas de una sociedad bombardeada por una cultura de dieta que se alimenta de nuestra frustración, odio y pelea contra nuestros cuerpos. Lo mejor que podemos hacer por toooodos es dejar de seguirle la corriente a esta cultura de dieta, dejar de enfocarnos en los cuerpos de los demás y proponernos empezar a vivir una vida con verdadero propósito independientemente de cómo se vean nuestros cuerpos.
Espero que esta información haya sido útil para vos y me encantaría que me contés cómo ponés vos límites con otras personas.
Un abrazo,
Fran